Recibo instrucciones muy adecuadas por teléfono. Adquiere el boleto que va Brig, muy al sur cerca de Lugano, y toma la desviacion de cambio de vías en Lausane.
Compro mi billete en la máquina expendedora con ayuda de una linda portuguesa. Paso a la casa de cambio para cambiar euros por francos suizos y bajo por el tunel número 3 para abordar mi tren.
Entro al vagon y me siento junto a un chico deprimido, no emo, más bien de la generación X, platico brevemente con él, me pregunta de donde soy y le respondo.
Dos minutos después abordan en los asientos de enfrente cuatro turistas orientales, bajarían en la primera parada no sin antes haber reido mucho y una de ellas tirar su helado por accidente, muy cerca de una de mis maletas.
Para la segunda parada llega el inspector del tren, le muestro mi boleto. Me dice en su mal inglés, que cambie de tren en Lausane, y que aborde en el anden número 1. Le respondo con una pregunta de manera muy latina, en mi inglés tropicalizado que si Lausane es la ciudad olímpica. El inspector me responde que así es.
El convoy llega a Lausane, me despido del chico y busco el Track 1, no recuerdo en francés como se escriba el nombre de anden. Salgo de la estación y doy una pequeña vuelta en los alrededores, solamente por 15 minutos.
Regreso a a la estación y me voy al andén uno. Llega un tren de dos plantas y es el que va a la capital, destino final, Bern.
Abordo en la planta alta y me siento junto a un inmigrante de Sri Lanka, en mi muy mal francés le saludo y le comento que vengo de vacaciones, el me responde muy gentil y sonriendo. Pienso que muy posiblemente no me haya entendido palabra alguna.
Platiqué con él un poco, ya en inglés. Me entendio de mejor manera, me dijo que el vivía en Suiza desde cinco años atrás, que había venido a estudiar y se quedó a trabajar. También me comentó sobre el asunto de la migración y la cuestion musulmana. Yo le platiqué de los problemas de México y la vecindad con Estados Unidos.
El tren avanzaba rápido y me fijaba en lo graffitis, nunca pensé que en un país como este se diera ese fenómeno, pero se daba. Los edificios contenían banderas en su balcones por la próxima Eurocopa. Portugal, España, Alemania, Francia y también algunas de América como Chile y Brasil.
A punto de llegar a la capital Bern, le obsequio mi botella de tequila a mi nuevo amigo de Sri Lanka. Me despido afectuosamente y bajo del tren.
El anden 7 para ser exacto, marco mi teléfono e informo que estoy en Berna. Espero 20 minutos y veo trenes procedentes de París y de Berlín. Observo holandeses con sus playeras de color naranja, unos pocos italianos y veo el kiosko de los periódicos.
Veo subir por el túnel a mi anfitriona. Nos abrazamos efusivamente y nos dispusimos a salir de la estación.