domingo, junio 27, 2010

Breve encuentro con Carlos Monsiváis.

Tuve menos de cinco encuentros con el señor Carlos Monsiváis, pero quizá el que más recuerde es el primero. Después de la avalancha de artículos, columnas, textos y notas refiriéndose al Quevedo Mexicano, como lo dijo Proceso en su edicion de XXX Aniversario, decidí esperar un poco, antes de relatar esa primera experiencia con el Maestro.

Corría el año 2004, era el mes de febrero inusualmente frío. Era la Feria del Libro de Minería, yo trabajaba enfrente, en el Museo Nacional de Arte en la exposición de Libro de Ocasión organizada por la célebre y combativa Coalición de Libreros.

Tenía a mi cargo un stand de mi ex profesor de teatro, libros muy buenos de colección y un par de litografías de Gironela, más un volumen bastante olvidable dedicado a Corzas.

Atrapado entre revistas de la Universidad de México de los años 30, coleccionistas franceses y un uruguayo muy molesto que presumía tener la coleccion de todos los premios Casa de las Américas; así me aburrí después de tener durante una semana la biografía del Che Guevera, la de Castañeda, que por cierto Taibo II me vio y sólo me dio una sonrisa muy de enfado, no le pareció nada que leyera a su competencia en el tema de Ernesto.

En mi intento patético de ligarme a una dependienta de otro stand, hice amistad con un par de libreros: Raúl Valdovinos y Arturo. Raúl era el típico compra-vende, actitud de All bussiness y muy arrojado, hablaba cuatro idiomas y era respetado por sus compañeros; Arturo era más reservado, aunque tenía muy buenas joyas en textos para niños.

Era fin de semana y un sábado frío, febrero de contraste, sabiendo que mi amada se iba del país a terminar el invierno, yo sólo pensaba en la forma de viajar a Europa, no sin antes recorrer el Pacífico mexicano, un año sabático, antes de enfrascarme en agencias de noticias de segunda, una Secretaría de Estado, una radio con potencial pero con un dueño con más sombras que luces y una editorial de estilo de los años sesenta.

Y fue ahí donde le conocí, entre libros viejos, deseos de viajar, extrañando antes de tiempo a un amor. Su enorme complexión, su caminar pausado y rodeado de personas que querían saludarle, así Carlos Monsivais iniciaba el camino por los stands de la Feria del Libro de Ocasión.

Recorrió todos los stands: los libros para niños, los volúmenes de colección de Valdovinos, entre otros.  Y el maestro así llegó a donde me encontraba. Me preguntó de manera pausada mi nombre y a que me dedicaba.Yo le contesté serenamente que terminaba mi Licenciatura en Comunicación.

El Maestro me decía: que bueno que estás entre libros y que aprendas de ellos, que era una muy buena decisión que estudiara comunicación y que continuara con mi camino, que no me dejara.

Monsiváis estrechó mi mano de firme manera, me dijo un hasta luego joven Alonso y se marchó de la Feria del Libro de Ocasión lentamente en medio de personas que le saludaban, así el maestro me inspiró a continuar en esto y buscar pase lo que pase esas respuestas a tantísimas preguntas.

lunes, junio 21, 2010

A propósito de Saramago.

Fue poco relevante despertar con una canción de Sublime por la mañana, la degustación de una fina empanada francesa y una rebanada de queso suizo. Muy poco satisfactorio después de abrir la computadora en mi sitio de inicio.

El diario El País daba cuenta de la muerte de uno de los preferidos de la Literatura Universal, y claro, de mis favoritos, José Saramago.

Aquel ser humilde de esa querida península que padeció persecución de religiosos y gobernantes con pocos escrúpulos y materia gris, nada diferente a la iglesia de estos días y a la clase política de la actualidad.

Poco relevante fue la derrota de mis primos lejanos los alemanes frente a los serbios, desquitando la invasión de 1914 a manos de sus otros primos, los austriacos. De mínima trascendencia resultaron los boletos para el cine, conseguidos en una difícil trivia que incluía la fórmula química del maíz de alta fructuosa.

Casi todo en ese día resultó irrelevante. Casi, Saramago se despidió de manera magistral de mí: con tres sms, tres llamadas truncas y dos llamadas perdidas.

El Nobel luso depositó en mi mente esa gran idea del ¿Qué pasaría si? Y sí, pasó. Sucedió como en las películas: primero un esbozo de vida, después una conversación neutra, pero inolvidable, al final ocurrió lo inusitado.

La eternidad se posó en nuestras almas, el recuerdo de lo bueno y las vivencias de esas que cuentan momentos dignos de una cinta de Win Wenders, así se despidió de mi persona Saramago. Con un enorme planteamiento del ¿Qué pasaria si? Y que por breves instantes se volvió realidad y transformó el entorno frío en un hasta siempre, dejando del lado el adiós y las despedidas que frustran.

martes, junio 08, 2010

Dos días, día ocho. Parte 2 de 2.

Es jueves, es día 8, el mes sexto del año, sí, el 0-0. Alexei despierta del extenso sueño, está en su alcoba, repentinamente cambiada. El estudio ahora donde duerme tiene carteles de OK Computer de Radiohead, álbum del año 9-7, Alex no lo entendía.

Se quedó dormido en la sala de Abel escuchando el In Utero de Nirvana y extrañando a Julia. Julia de cabello negro y sonrisa de fábula, esa misma Julia con la que experimentó un cariño y amor puros.

El cabello de Alexei era más largo, tenía la voz más gruesa y en su mesa de alcoba habían varios papeles, su credencial de la universidad, las llaves de un auto y apuntes varios de la Eurocopa 2000.

Eras las 5 con 50 de la mañana. Encendió el ya viejo radio reloj despertador en el 98.5 FM. Ponían una radionovela y anunciaban la programación del día. En su mesa, vio un papel extraño, color naranja tipo post-if.

Antes se dio una ducha muy rápida. La radionovela terminaba y comenzaban Francisco con Raúl, David ya no estaba. Ponían música que desconocía Alexei, pero le pareció fresca, sobre todo ese neopunk tan melódico combinado con melodía de piano.

Tomó el papel naranja. Tenía un numero telefonico, y debajo del número, escrito Marbella. Lo metió en su pantalón recién puesto, terminó de vestirse y salió a toda prisa a desayunar.

Ivana no estaba en casa, se encontraba de viaje, así que Alex se preparó el desayuno. Una poptart de fresa con leche fría. Salió, arrancó el auto y desfiló a buscar la universidad. Rápidamente encontró la dirección en su credencial.

Como pudo se estacionó en el campus. En su cartera llevaba sus horarios. Pensó -Debo marcar este número y saber que es esto de Marbella.-

La clase del día fue Teorías y Modelos de la Comunicación 1, la profesora todo un flan, le encantó la materia, aunque entendió muy poco de ella. Terminó la sesión y Alexei sintió hambre, varios tipos y tipas lo saludaban, sólo movía la cabeza en señal de aprobación. Bajó a la cafetería del campus y pidió una ensalada verde. La comió muy rápido que ni siquiera le puso aderezo.

La siguiente clase fue Contabilidad Financiera 2. El profesor, a diferencia de la anterior, era estricto y le pidió a Alexei que explicara los asientos del pizarrón. Obviamente no acertó y se llevo una nota mala. El sólo pensaba en que será Marbella.

Tercera materia del día, Economía. Extrañamente Alexei se sintió aliviado de conocer conceptos que entendía, sin siquiera estudiarlos. En el transcurso se preguntó más de una vez: -¿Esto es un sueño?-

Terminaron las clases, fue invitado a comer por Yeko, un compañero que estuvo con él en las tres sesiones. En casa de su amigo, Alexei marcó el numero del papel anaranjado. El teléfono era de disco y eso desesperaba a Yeko, a Alexei le parecía muy familiar.

Los dígitos se dieron y contestó la voz de una chica, eran las 3 con 30 de la tarde y el cielo comenzaba a nublarse. -Hola, ¿Con quién desea hablar?-

-Tengo un papel aquí con este número que dice Marbella.-

-Sí, soy yo.-

- Wow, bien yo soy Alexei.-

-Si claro, nos veremos esta tarde, a las 6 en el Café que está al lado del OBL. Lleva cuaderno y pluma, iré de azul para que me reconozcas, nos quedará muy bien la convivencia.-

-Bien, te veo a las seis.-

Alexei continuó con el asunto, comió con Yeko quien le explicó un poco de Contabilidad Financiera 2. Dieron las 5 con 45, dejó a Yeko y fue con rumbo al café cercano a la OBL. El tránsito comenzaba a darse por el inicio de la lluvia. Dieron las 6, después pasaron cinco, diez, quince minutos, al diecisiete Alexei estacionó el auto a dos cuadras de la cafetería.

Llevaba el cuaderno de Contabilidad Financiera 2 en su brazo y una pluma Bic color verde-plateado, fue lo primero que encontró al salir de casa por la mañana, entro al café.

Era un lugar pequeño, a lo más siete mesas. Al fondo con blusa azul, cabello castaño claro amarrado en cola de caballo, ojos miel, una sonrisa como nunca vio, pantalón oscuro y una voz extremadamente dulce que le dijo: -Hola, tu debes ser Alexei, siéntate, debemos organizar un buen evento.-

Alexei movió la cabeza de manera aprobatoria de nuevo. Platicaron de todo, de sus gustos, de películas, de viajes, de carreras y mientras pasaba esto, Marbella dibujaba garabatos en su cuaderno de Contabilidad Financiera 2, con la pluma verde-plata brillante. Esos trazos no se le olvidarían jamás a Alex, moría por Marbella desde la vez primera.

Se comprendía todo, pasar de un 7 como el que pasó, a un 8 como en el que está. Todo en menos de 50 horas efectivas de 1200 días que no sucedieron.

Marbella continúa platicando, Alexei sólo contempla, semi empapado pide un nuevo par de cafés, la plática se encuentra en su climax. Mar, como le gusta ser llamada, insiste con sus trazos mágicos en el lienzo de Contabilidad Financiera. Alex, continúa atónito, le ve reir, mover sus labios, se ilusiona, siente como el local de la cafetería termina siendo un espacio demasiado irrelevante, sólo queda Marbella en el lugar.

Tiempo ha pasado desde que Alexei vivió la experiencia de conocer a Marbella. Estar en un viernes 7, para después despertar un día 8 en jueves. Jamás olvidará a Julia con su discurso, y muchos menos olvida a Marbella con sus trazos verdeplateados. Alexei mira al cielo y se vuelve a ilusionar cuando abre una vieja libreta de Contabilidad Financiera 2.

lunes, junio 07, 2010

Dos días, día siete. Parte 1 de 2.

Es viernes, es día 7, el mes es el sexto del año, sí, el 9-6. Alexei despierta más tarde de lo normal, las 8 de la mañana. El radio reloj despertador suena en el 98.5 FM de la Ciudad de México, estan Raúl y David en la locución.

Alex, así le gusta que le llamen, se distrae un poco con los comentarios de los locutores. Hoy es la pelea de JC contra el Niño de Oro, mañana día 8, es el primer partido de la Euro en el Reino Unido. Juega su selección favorita, Suiza, en contra de los anfitriones.

Son las 8 con 15. Alex se da una ducha y se viste en sólo cinco minutos, desayuna cualquier cosa: un clásico pan tostado de caja con jugo de naranja artificial, lo come deprisa, se lava los dientes y sale de inmediato con su mamá al auto.

Van camino a la escuela. Ivana, la madre de Alex, escucha el 93.7 FM, a Alex no le apetece. Le pide que cambie al 98.5, Ivana no accede y así terminan en la entrada de la escuela. Se despiden de beso, Alex le recuerda que dormirá esta noche en casa de Abel, su amigo de la secundaria.

Alex camina tranquilo, saluda a sus compañeros. Juan, Abel, Natalia, Sarah y otros tantos. Todos se encuentran listos para la excursión escolar. A la derecha del grupo se encuentran los de segundo curso. El grupo B, ahí estaba Julia.

Su cabello oscuro, sus ojos idénticos al tono en que dejan de ser marrón, pero no son negros, su sonrisa de fábula. Llevar tanto saliendo no afectaba en nada todo lo que Alex sentía por Julia. El fin de semana sería super para ellos. Verían el Suiza-Inglaterra, ella fan de los flemáticos británicos, después al cine y terminando esa cena que Alex planeó en el jardín de Abel, por tener luces exteriores.

Pero primero la excursión y la pelea de JC por la noche de hoy. Julia lo sabía, Alex tenía planeado el sábado perfecto, el viernes era para estar con los cuates.

Los autobuses salían a la excursión, uno por curso. Alex platicaba con Juan y con Abel sobre la pelea de la noche, sobre la partida de soccer y sobre la cena del sábado con Julia, inocentemente sonreían.

La llegada al bosque fue difícil, el cielo estaba semi despejado y al parecer llovería por la tarde. Alex pensaba que era mejor que lloviera hoy y no mañana. Después de armar los equipos de trabajo para las tareas básicas, Alex se acercó a Julia, la sostuvo del brazo y le dijo: -Hola Julie, ¿Qué tal el viaje?-. Julia le respondió de manera fría: -Estoy bien, debo ir con mi equipo, nos tocó juntar leña-.

Alex no le tomó importancia, se fue con su equipo a hacer su labor. Al terminar, todos muy cansados se dirigieron al punto de reunión, cada quien en su curso, así que Alex no tenía oportunidad de acercarse a Julia.

La pareja comió por separado. Alex trajo empanadas rusas y un poco de ensalada verde, espinacas y berros para ser exactos. Julia tenía un sandwich de jamón y tres quesos, odiaba las espinacas y los berros, su acompañamiento eran dulces con picante, que por cierto a Alex no le gustaban. Aun así, Julia era muy refinada en la mesa, pero esto era un día de campo por lo que aprovechaba para comer dulces picantes y vestir bien.

Así fuera ropa casual Julia siempre vestía bien, al contrario de Alex que todo el tiempo llevaba tenis Vans y mezclillas rotas, sin contar las camisetas de beisbol.

Luego de la comida Alex fue con Julia, la abrazó por atrás y le dijo: -¿Estás lista para mañana?-. Julia respondió abruptamente, casi llorando:

-Alexei, debemos platicar, ya no puedo más, eres un tipo muy bueno, muy atento, muy amable, tú mamá es super linda con mi persona, pero ya perdí el interés en esto, por favor perdóname. No eres tú Alex, soy yo, no me siento bien en este momento, necesito pensar las cosas-.

En el instante en que Julia le decía que perdía el interés, en el radio de Abel que estaba a escasos metros, sonaba el 98.5 FM, se percibía una vieja canción de los 80, de lo que sería meses después el turno de Ilana, A little respect de Erasure.

Alexei se quedó sin habla, su cuerpo se paralizó de repente, no comprendía lo que pasaba y peor, no lo aceptaba, corrió al interior del bosque, gritó al cielo y enmudeció toda la tarde.

La excursión terminaba, eran las 4 con 30, el llamado a los autobuses fue constante, los silbatos de los profesores de cada curso sonaban. Subía a su transporte el 2do. Curso. Julia se amarraba su cabello, muy neutral, pero aliviada. Llamaban a los de tercer curso, comenzaba a llover, primero una leve brisa como de mar, luego una tormenta consolidada.

Alexei caminaba muy lentamente al autobús, tenía un cambio de ropa en casa de Abel desde la tarde anterior, no le importaba empaparse, el agua de lluvia que le recorría la cara se confundía con sus lágrimas.

De regreso no dijo palabra alguna. Abel y Juan le preguntaban, Alex sólo decía que se encontraba cansado, que en casa de Abel una ducha y la botana para ver el combate de JC lo reanimaría.

No fue así. En el previo al combate Alex les dijo todo a Abel y Juan. No se sentía bien, pero intentaría disfrutar esta noche.

Por fin, la pelea de box estelar, JC contra el Niño de Oro, uno mexicano, otro estadounidense. Los tres estaban con el mexicano. Primer asalto, JC domina al Niño de Oro, pero tropieza y cae, el Niño aprovecha el mal paso y equilibra las acciones.

Abel y Juan devoran palomitas, Alexei observa serio la pantalla. Round numero dos, el Niño de Oro domina claramente la pelea, JC no puede con él, está herido del pómulo izquierdo.

Tercer asalto, al primer minuto el Niño de Oro suelta el mejor golpe, el juez termina la contienda, pierde JC por KO.

Alexei se levanta del sillón y pone el radio, en el 98.5 FM. Suena Nirvana, el track 12 de In Utero, disco del año 9-3, All Apologies. Alexei piensa y duerme, sin saber que pasara el día 8 del mes numero seis...