miércoles, junio 01, 2011

Un poco de radio.

Lo admito con un poco de pena. Ya no escucho radio de frecuencia, me da mucha tristeza oír en lo que se ha convertido la banda de FM de la Ciudad de México. Noticias, estaciones de pop vacío, hueco o como quieran etiquetarle, al fin y al cabo es lo mismo, nada. Escribo este conjunto desordenado y visceral de palabras a unas cuantas horas del fallecimiento de un gran locutor, Abel Membrillo.

Muchos le recordarán por las voces que hizo para programas de TV y en doblaje por la tropicalización de términos adaptando geniales bromas a un digerible "español latino". Este deceso vuelve a poner sobre la mesa, al menos para los que nos gusta la buena radio, esa hambruna de buenos contenidos en los viejos aparatos receptores.

Ya son siete años desde que desapareció la última propuesta radiofónica diferente. Hemos vivido más de 2300 días una agonía que ninguna gran ciudad debería vivir, francamente no se lo deseo a ningún habitante de Nueva York, de Londres, ni siquiera de nuestros similares de Buenos Aires, Santiago, Guadalajara o Monterrey.

El hueco es enorme en la radio mexicana. Ni siquiera el streaming nacional con sus proyectos entusiastas ha logrado siquiera cubrir una mínima parte de lo que significa tener buenos contenidos en audio. En parte por la falta de estructuras en conexión, la desorganización, el secuestro en que vive la cultura popular en general, y porque no decirlo, la falta de profesionalismo y preparación de los últimos radioastas, un servidor se incluye también en esa lista.

Me voy más lejos, ya no escucho radio mexicana. En ninguna de sus modalidades, en ninguno de sus "múltiples" formatos, a ningún locutor de los que todavía están, ninguna voz me es satisfactoria. Es como si se hubieran callado, dejado de emitir sus sonidos. Y de ideas mejor ni hablamos.

Es como si una época se hubiera ido para siempre. Muchos dicen que el iPod se los tragó, que YouTube le ganó la batalla a los programas de radio, que los dispositivos de todo tipo y el internet nos dieron más horizontes. Ignoro las razones, lo único en que podría acertar es que ahora mis noches son las madrugadas y los amaneceres de estaciones británicas o francesas.