lunes, enero 17, 2011

Transgredir.

Años atrás en una plática para ganarme una insignia, un expositor nos ponía sobre la mesa el concepto de paradigma, tenía 17 años y francamente no mostraba mucho interés por comprender lo que nos quería decir este individuo. Nos dejó el trabajo de realizar el reporte acostumbrado y nos fuimos a casa.

Meses después, esa palabrita hizo mucho eco en mi cabeza. En el último año de bachiller, y buscando definir que estudiaría en la universidad, el vocablo paradigma cobró en mi una factura muy alta. Se metió a lo más profundo de mis pensamientos y fue parte fundamental para haber escogido una licenciatura.

Hoy, años después de aquel episodio del expositor, reflexiono sobre estas cuestiones. Gran parte de la crisis creativa que vive el mundo en estos tiempos es por el hecho de que los paradigmas que rigen nuestras sociedades no han sido cambiados, ni siquiera adaptados a las nuevas circunstancias.

Los avances en nuevas tecnologías son innegables y necesarios, la forma en que vive el mundo ha cambiado de manera sustancial. Pero los métodos, las concepciones, los caminos, vaya, los paradigmas son prácticamente los mismos de los últimos ocho o nueve años. Un estancamiento total.

La creación, el arte e inclusive las modas experimentan una crisis grave de inventiva. La estilización excesiva en la cultura popular, la visión comercial y de negocio, la tentación por las ganancias rápidas y fáciles han vulgarizado en gran parte el modo de concebir a una obra, ya sea una canción, libro, puesta teatral, película o pintura.

En estos años no han existido aquellos transgresores que rompían con todo y nos presentaban obras revolucionarias y totalmente independientes de la corriente dominante. Los creadores de hoy se han conformado con homenajes y tributos, precisamente a esos transgresores de reglas y creadores de nuevos conceptos.

El panorama no luce muy claro, confío y muchos confiamos en que la tendencia de un giro, un giro benéfico hacia la transgresión y así a la creación de nuevos paradigmas, al margen de la inmediatez, las ganancias fáciles, el discurso trasnochado y modas efímeras. Muchos lo deseamos, trabajamos en el día a día para conseguirlo, siempre desde nuestras trincheras, ahora en el sitio de aquel expositor que comprendo a cabalidad, sólo me tardé una década en entenderlo.